sábado, 31 de marzo de 2012

Ver lo pequeño, 2010











“...El que puede ver lo pequeño es clarividente. El que se mantiene en lo débil es fuerte....” Tao, LII.












Prólogo
VER LO PEQUEÑO propone un recorrido de ánimo ficcional, que se hace relato a partir del cruce de las obras de Gustavo Cabrera, Aili Chen, Lola Goldstein, Sandro Pereira y Hernán Soriano. Los cinco artistas despliegan un catálogo de criaturas, formas, situaciones y paisajes surgidos de un universo creativo magnánimo, en el que cualquier espectador, no importa cuán pródiga sea su imaginación, puede ser capaz de entrar y desvelarse. “Ver lo pequeño...” desde su concepción ha sido pensada como una exposición de carácter itinerante, en el grado cero del proyecto nos planteamos qué tipo de obras nos resultaban estimulantes exhibir y por qué. Luego de barajar diversos tipos de tesis curatoriales, concluimos, deseábamos hacer un trabajo que sobre todas las cosas tuviese la capacidad de evocar al misterio y la metáfora. Capitulo I. Los referentes Al pensar en obras en formatos reducidos, se establece un lazo inmediato con ciertos nombres: Marcel Duchamp, Liliana Porter, Sebastián Gordín… La obra de Gordín, maestro de las escenas en miniatura, ha desencadenado cuantiosas ideas como consecuencia de sus crípticas escenas diminutas, Graciela Speranza penetra en uno de los sentidos nucleares entre escalas y potencia poética: “Pero hay todavía una relación más esencial, más ontológica, entre representación y miniatura. Si el arte es una forma sintética del mundo (...) la miniatura es la puesta en escena más literal de esa correspondencia sinóptica. De ahí su declarada teatralidad. Nada sucede en los micro escenarios estáticos de la miniatura, pero todo sugiere un uso y una contextualización que invita a ponerlos en marcha, a proyectar acciones por medio de asociaciones o recuerdos de otros usos.”1 En el plano de la teoría, el antropólogo Claude Levi- Strauss desarrolló en su clásico libro El Pensamiento Salvaje una concepción que ordena en diferentes planos epistémicos a la Ciencia y al Arte. Dirá que la Ciencia trabaja en escala real, el Arte lo hace con escala reducida, la primera opera con metonimia: sustituye a un ser por otro, una causa por su efecto. EL ARTE OPERA CON METÁFORA. En momentos donde esto parece olvidarse para nosotras es un punto nodal. Capítulo 2. La itineracia VER LO PEQUEÑO recoge obras en escala reducida que posibilitan juegos de la percepción. Por otro lado, esta propuesta es una fuente para pensar el contexto de desplazamiento del trabajo artístico. La circulación de las obras de arte no es una novedad, Duchamp, siempre Duchamp, tuvo entre otras habilidades la capacidad de pensar en la obra como un ente ligero, móvil. En una valija, literalmente, condensa la producción pictórica y de Ready-Mades en la que pacientemente trabajó durante gran parte de su vida. Este proyecto implicó tomar conciencia sobre los modos de traslación de las piezas, sobre las condiciones para realizar una exhibición y ensayar un resultado positivo. Durante la década del 30' y durante los años posteriores a la II Guerra Mundial en Japón, muchos hombres salieron a la calle, empezaron a viajar en bicicleta con una cajita de madera que contenía un teatro de papel en miniatura. Una vez que comenzaba la función contaban fábulas, leyendas. Quizá sea apropiado pensar que existe cierta coincidencia entre ellas y la naturaleza de estas obras, “naturalmente pequeñas”, que itineran con su labilidad a cuestas. Capítulo 3. Las obras En “Ver... lo pequeño” circulan nociones relativas al vacío / ausencia / silencio / fragilidad. Cada una de las obras lleva inscripta la amenaza del desmoronamiento. Podemos pensar que en este grupo de obras la potencia radica en parte en materializar una idea de tiempo suspendido, una infancia evocada, vuelta fetiche visual, porque sabemos que los juguetes se tocan, usan, desgastan, pero entre nosotros y estos objetos se abre una distancia insalvable, como si quisiéramos capturar algo que ya sabemos perdido. Podemos recorrer el paisaje de madera endeble de Aili Chen, que se encuentra atraído por la corrupción del aire, sujeto a la descomposición del tiempo; visitar las situaciones diarias de un conejo ausente imaginado por Lola Goldstein, donde su cama, zapatos, comida parecen reproducir secretamente un cuento que quizá olvidamos. Quedar atrapados entre la deriva y el misterio por la secuencia onírica de Gustavo Cabrera. Hernán Soriano es el único que hace explícita la convivencia de personas durmientes con elementos que posiblemente forman parte de ese horizonte nocturno y Sandro Pereira transmuta en presente con sus macizos autorretratos, que transitan situaciones tan extravagantes como solitarias. Capítulo 4. Otra Ficción o Un Laberinto Existía, cierta vez un mago, tenido como maestro por quienes querían dominar las artes tenebrosas. Cierto día, el mago quiso salir, “entonces colocó en el vestíbulo un tazón cubierto de otro tazón y ordenó a los discípulos que lo cuidaran. Les dijo que no descubrieran los tazones ni vieran lo que había adentro.” Una vez que perdieron de vista a su maestro, no pudieron evitar levantar la tapa y descubrieron que en la taza había agua, y en el agua un barquito con mástiles y velas, tampoco pudieron dejar de empujar la pequeña nave con los dedos, hacia el fondo, y el barco naufragó. Entonces “... el mago apareció inmediatamente y les dijo: -¿Porque me habéis desobedecido? Los discípulos se pusieron de pie y negaron. El mago declaró: -Mi nave ha zozobrado en el confín del Mar Amarillo. ¿Cómo os atrevéis a engañarme?”

Florencia Qualina / Lara Marmor
Noviembre 2009.

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